Don
Pugliese me enseñó el arpegio y a hacer un pastón equilibrado, a pegar
ladrillos, a tirar líneas de obra. Miguel, le apodaba ‘La Veloz’ en alusión a
su ir y venir lento y cansino hasta su próxima changa de albañil. El fue mi
segundo empleador del barrio. Tenía un asombroso parecido con el famoso
bandoneonísta Anibal Troilo 'Pichuco', aunque su afición al tango la vertía sobre la
guitarra.
A mi me
daba ternura verlo pedalear su vieja y desvencijada bici rodado 28; reconozco
que su cadencia podía parecer pesada tanto como su porte, pero yo lo veía
afirmarse
con
decisión en cada lento y acompasado impulso, desplazando su voluminosa figura
sobre ruedas como un portaviones. Atravesaba el aire perfumado de la primavera
pródiga de aquel barrio Parque Rivadavia de casas por hacer y deliciosos
baldíos de frutales.
Su casa
era casi un galpón de obras al entrar, a pocas cuadras de nuestra casa pero
fuera de radio de acuerdo a las recomendaciones de mi madre. Una sólida mesa de
madera en el centro daba el aspecto de taller con todos los cacharros y
herramientas que se pudiera imaginar a su alrededor, colgando de las vigas del
techo, en las paredes, y más al fondo, hacía de su dormitorio un estudio donde
el hombre leía y escuchaba música en una Spica con funda de cuero. Tenia una
vieja viola criolla con la que payaba como buen gaucho que era. Su uña
arpegiera (sic) siempre bien perfilada a pesar de las rudezas de la
albañilería.
El
vecindario se preocupaba por su tos crónica pero el seguía fumando puchos
Saratoga sin filtro; era capaz de fumarse uno entero pegando la fila de
ladrillos a golpeteo de cuchara sin que se le caiga, tenía la misma habilidad
de Lucky Luke; con el revoque grueso ya no uno si no unos cuantos, y varios
meditados mientras contemplaba la perfección del revoque fino con el fratacho
en ristre.
Traigo
este recuerdo y surgen muchos más, ¿qué habrá sido de....?
Y de
pronto el Universo se confabula para que pueda recordar que a mi me apodaban
Ciruela por mi afición a las ciruelas verdes y trabajé para la compañía La
Veloz. ¡Gracias Don Pugliese!